Ser principiante en el mercado de trabajo no es fácil. Surgen preguntas que aparentemente deberían tener una respuesta lógica casi instantánea. Y esto se agrava con el hecho de que muchas veces incluso ya contamos con una formación superior de tipo universitario. Pero entre estas cuestiones vitales sin duda hay una que destaca: ¿tendré mejores expectativas en mi vida laboral si me convierto en un experto? ¿o debo ser alguien abierto a diferentes disciplinas y potenciar un conocimiento más diverso?
El portal financiero Rankia confirmó una vez más en 2021 que las carreras universitarias con más salidas laborales son aquellas que se encuentran dentro los sectores tecnológico (Informática), económico-empresarial (Negocios y Finanzas, Ingeniería Industrial, Marketing y Derecho) y sanitario (Medicina y Enfermería). Las carreras de Ingeniería y Ciencias poseen intrínsecamente una especialización muy alta, pero esto no ocurre en las nuestras, las de los Economistas, las vinculadas a las Ciencias Sociales y Jurídicas. Asesoría financiera, contabilidad, auditoría de cuentas o análisis de mercados son quizás los itinerarios más conocidos dentro de este abanico de posibilidades, en parte debido a la influencia cultural de las series y películas anglosajonas. Pero, ¿realmente es esto tan importante?
Las ventajas que giran alrededor de un trabajo especializado son evidentes. Tener un grado de empleabilidad mayor debido a una competencia menor, probabilidades de éxito más altas a la hora de emprender e incluso convertirte en un referente en la materia en el futuro son algunas de ellas. Además, también se podría añadir aquí una mayor capacidad para trabajar en uno mismo y crecer profesionalmente, debido a que el camino está más definido.
Por otro lado, encontramos posturas más generalistas como la del autor David Epstein. En su libro “Amplitud” (2020), trata de ofrecernos un punto de vista distante con la tradicional posición anterior. Debido a que el mundo sufre un cambio constante, aprender y experimentar muchas cosas puede ser el camino a tomar por algunas personas. También hay que tener en cuenta que para ser considerado alguien generalista se debe tener una mentalidad abierta y creativa, cualidades fundamentales también en todos los trabajos y niveles. Puede ser que tarde o temprano te veas en la situación de cambiar de trabajo o, al menos, la manera de hacer las cosas y, por ello, habrá que incrementar nuestro valor estudiando diferentes disciplinas.
¿Es todo blanco o negro? Claramente, no. Un tercer tipo de profesional se ha abierto camino, y es capaz de fusionar los dos postulados anteriores: las Personas T. Uno de los impulsores más conocidos de este término en la actualidad es Tim Brown, CEO de IDEO y referente en el ámbito de la creatividad y la innovación en el entorno laboral, e insiste en que no requiere de ser un genio para ser una persona vanguardista, sino que basta con ofrecer las condiciones ideales para que alguien pueda liberar su talento. Así, podemos definir a las Personas T como aquellas que combinan un elevado nivel de profundidad conceptual sobre un tema concreto (identificado con la línea vertical de la letra T) con distintos intereses y aptitudes que un trabajador utiliza para ampliar o reforzar sus conocimientos (línea horizontal de la letra T); estos últimos podrían ser la práctica de un deporte al aire libre, la afición por la jardinería o la lectura de novelas históricas. Este tipo de personas está muy cotizado en el mercado de trabajo actual, por su fuerte dominio de una competencia técnica unido a un paraguas que hace que pueda estar atento a las novedades tecnológicas, y así poder materializar todos esos conocimientos.
La conclusión es que para ser competitivos en la actualidad no es suficiente con definirnos como se ha hecho en épocas pasadas, simplificando entre generalistas y especialistas. En ese sentido, un empleado “atractivo” debe ser capaz de aportar una especialización en algún ámbito de manera diferenciada, empleando todo lo que el mundo exterior es capaz de ofrecernos en temas de tendencias de mercados, tecnología e innovación. En definitiva, se trata de ser curiosos, preocuparnos por leer más y tener conversaciones con personas plurales y distintas a nuestra profesión.
Víctor Correa Porcel, Colegiado nº 551 del Colegio Profesional de Economistas de Almería y miembro del grupo de trabajo de Jóvenes Economistas de la misma provincia