¿Es correcta la referencia del PIB para evaluar el bienestar de una sociedad y el crecimiento de un país? ¿Refleja correctamente la prosperidad de una sociedad y su economía?
El PIB mide el valor de mercado en unidades monetarias, es decir, el valor monetario de todos los bienes y servicios que produce una economía en un determinado período, por lo general, su cálculo se realiza de forma trimestral y anual e incluye únicamente los bienes finales.
Pero ¿El crecimiento del PIB garantiza el incremento del bienestar de una sociedad? La respuesta es NO.
Desde su implementación en 1934 el PIB, fue aceptado a nivel internacional como indicador de crecimiento económico de un país. Sin embargo, desde entonces también fue criticado porque no refleja las verdaderas condiciones de crecimiento y bienestar de un país. Ya para el momento de su presentación, su desarrollador el economista Simón Kuznets opinó sobre la limitación de este indicador económico diciendo: “El bienestar
de una nación difícilmente puede ser inferido de la medición de su ingreso económico”.
Existen indicadores, esenciales para analizar la calidad de vida y el bienestar social que no se contemplan en el cálculo del PIB. Entre dichos indicares esenciales se encuentra la calidad de servicios relacionados con educación, sanidad, dependencia, igualdad, medioambiente… etc. Es decir, el cálculo del PIB refleja el estado de la economía de un país, pero no determina su bienestar.
¿Cómo se puede completar la información que aporta el PIB?
La Agenda 2030 y el establecimiento de indicadores para medir cada una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible responden a esta inquietud de medir algo más que el mero crecimiento económico.
En Europa se está trabajando en un indicador multidimensional para medir la calidad de vida que recoge todas lo planteado en las líneas anteriores.
Existe varios indicadores que nos adentran en la medición del desarrollo y que complementan la visión que nos proporciona el PIB. Podemos destacar el Índice de Progreso Social, el Índice de Planeta Feliz o el Índice para una vida Mejor de la OCDE, entre otros.
En relación a la acumulación y distribución de riqueza, se puede completar con mediciones de igualdad como el Índice de Gini, el Coeficiente 80/20 y los cálculos de pobreza absoluta y relativa.
Por su parte, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) incorpora al ingreso per cápita variables de salud y educación de la población. Por lo tanto, avanza hacia una medición vinculada al desarrollo y no solo del crecimiento económico.
En relación al medioambiente, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) incorpora en la medición las emisiones y la huella ecológica.
Crecimiento y desarrollo avanzan de la mano en un mundo en el que cada vez se da más importancia al bienestar humano, social y ambiental. Los cambios estructurales de la economía y la sociedad son cada vez más complejos y, por ese motivo, el análisis de los procesos y crecimiento económico debe vincularse con indicadores que contemplen aspectos sociales y ambientales. Será muy complicado obtener un indicador que incluya todas las variables antes descritas, pero es nuestra responsabilidad, como economistas, dar visibilidad y difusión a todos aquellos indicadores vinculados a la medición multidimensional de la calidad de vida.
Carmen Rodríguez Mijares, comisión jóvenes economistas CGE, representante del Colegio de Economistas de Cantabria.